Capítulo 3: El beso que ardió en el sueño
Diario de Rose Hill
Domingo 4 de mayo del 2008
Durante la noche volvió a aparecer el
mismo elfo en mis sueños, sentado bajo la apacible sombra de un manzano
mientras la brisa soplaba sus cabellos, hacia él voló una extraña mariposa de
alas rojas con las puntas negras que descansó sobre la espada enterrada en el
suelo junto a él.
Detrás de la mariposa venía correteando
una elfina que me dejó impresionada por su belleza, su dulce rostro infantil
poseía unos radiantes ojos azules que parecían ostentar luz propia, su largo
cabello plateado era adornado por un tocado de hojas hecho en oro, las mismas
que sostenían los adornos de su largo vestido azul. Y sobre su frente, del
mismo azul que sus ojos tenía la marca de una media luna.
Como si él supiera para que había venido,
con cuidado atrapó a la mariposa con sus dos manos y la dejó descansar sobre
las de ella. La elfina con una sonrisa dejó escapar a la mariposa que jugueteó
alrededor de los dos, haciéndoles reír suavemente, y yo sentí una inmensa
felicidad tan solo de verlos así. Ella centró sus ojos en la venda que cubría
los del muchacho, luego en el broche de piedra esmeralda y le tomó la mano con
una sonrisa triste.
La mariposa roja, por otro lado se acercó
a mí, revoloteando a mí alrededor y pude escuchar de ella la misma voz de Koko
lamentarse “ellos merecen ser felices”,
cuando la miré sorprendida se volvió fuego y un doloroso calor se apoderó de
mí.
Al despertar sentí un dolor de cabeza mucho más intenso que el de un día anterior además de que mi cuerpo estaba entumido, giré el rostro adolorida reconociendo la habitación, para ver a solo unos pasos de mí, a Koko observando su mano derecha perpleja.
Me froté los ojos sentándome en la cama
con toda la pesadez sobre mi cuerpo. Cuando la situación me hizo despertar como
si me arrojasen un balde de agua fría sobre la cabeza.
—Viste mi sueño —afirmé, aunque con un
tono de duda implícito.
La castaña no contestó de inmediato.
Soltó un largo suspiro apretando el puño derecho varias veces. Entonces llamó
mi atención la escandalosa camisa china de color rojo que vestía, reemplazando
el uniforme. Recordándome que ya era domingo.
—Lo vi —respondió secamente con un esbozo
de sonrisa.
Di un largo respiro sujetando mi cabeza,
aunque dormí desde que regresé al castillo seguía mentalmente agotada, todas
las revelaciones de la noche pasada me tenían demasiado aturdida y no sentí la
necesidad de preguntar “cómo” o “por qué”.
Koko pareció entender eso, se encaminó
hacia la puerta y antes de abrirla giró un poco el rostro para verme desde el
rabillo del ojo.
—Alice está en las duchas comunales,
alcánzala cuando te sientas mejor —carraspeó— Y hoy, al ver a mi hermano gemelo
cierra los ojos y concéntrate en su voz, si eso no funciona toma su mano —dicho
eso salió de la habitación y yo gemí ahogadamente.
—¿Es eso una lección? —musité para mí
misma al verme sola.
Afuera seguía lloviendo.
A mediodía, después del almuerzo me
encaminé con Alice hacia la sala común, ella se veía radiante mientras me
explicaba muy entusiasmada sobre los domingos en la academia.
—Hoy ni siquiera hay actividades de los
clubes, los mayores de 14 tienen permiso de ir al pueblo un par de horas pero
la mayoría preferimos quedarnos aquí.
—¡Alice! ¡Rose! —nos llamó Koko Jiho al
vernos—
El muchacho se encontraba con Sebastián,
ambos sentados en el suelo junto a las escaleras con una caja de madera entre
las manos, casi escondidos de los demás.
—¡Alice! ¡Rose! ¡Miren esto! —Sebastián
nos extendió emocionado unas bonitas piedras de azúcar con formas de flores
violetas.
—¡Qué bonito! —exclamé al recibirlos y
Jiho sostuvo una pequeña caja transparente llena estos para que pudiésemos
tomar más.
—Se llaman “caramelo violeta” —nos explicó Jiho pronunciando el nombre en
español—, son dulces típicos españoles y están hechos con esencia de violetas.
Los envió mi hermano mayo que trabaja como chef en España —me explicó
sonriéndome melancólicamente y no pude evitar corresponderle el gesto con
cierta ternura.
—También envió turrones, ropa y cartas
para todos —dijo Sebastián emocionado mientras hurgaba en la caja.
—Los dulces que prepara Kaede son
deliciosos —dijo Koko Hua sorprendiéndonos a todos por haber aparecido tan de
repente, abrazando por la espalda a Alice para robarle un dulce de entre las
manos, aunque su hermano no le prestó atención, seguía atento en las cartas de
la caja—, sería bueno si pudiera enviarnos “tocinillo
de cielo con coco”~.
Canturreó alegremente, aunque no pude
entender sus palabras, aunque me sorprendía lo bien que hablaban el español
ambos hermanos. Ella estiró un poco la mano para quitarle una tarjeta morada de
las manos a su hermano sin soltar a Alice.
—“Puedes preparar un buen pastel usando
estos dulces como decoración, sé que Alice le gustará para su cumpleaños. Y
recuerda que son buenos para el aliento, no le disgustará un beso después de
que-“ ¡Hey! —le reclamó cuando su gemelo le arrebato la tarjeta de las manos—.
Una pesada atmósfera se creó entre
nosotros, Alice y Jiho bajaron las miradas completamente sonrojados mientras
que Sebastián y yo no sabíamos que decir para continuar con la conversación,
demasiado sorprendidos luego de la repentina confesión escrita en la tarjeta.
Hua por otro lado continuó buscando en la caja.
—A… ¡Al menos sabemos que Jiho preparará
el pastel de mañana! —tantee nerviosa hablando de golpe— No sabía que puedes cocinar,
aunque supongo que si su hermano es un chef ustedes dos deben ser muy
talentosos en ello.
—Solo Jiho —comentó Sebastián picaresco—,
a Koko se le puede quemar hasta el agua.
—¡Esa vez en la clase de cocina fue un
accidente! —exclamó apenada—.
Alice y Jiho se miraron el uno al otro y luego rompieron en carcajadas, tal vez recordando el accidente del que hablaba Sebastián. Pensé las palabras de Hirume ayer, “sigo sin entender porque no están juntos cuando es evidente que ambos se quieren”. Aunque al saber la situación de Jiho como juez de la muerte imaginaba que tal vez ambos habían pasado por demasiadas cosas para llegar a ese punto.
Alice y Jiho se miraron el uno al otro y luego rompieron en carcajadas, tal vez recordando el accidente del que hablaba Sebastián. Pensé las palabras de Hirume ayer, “sigo sin entender porque no están juntos cuando es evidente que ambos se quieren”. Aunque al saber la situación de Jiho como juez de la muerte imaginaba que tal vez ambos habían pasado por demasiadas cosas para llegar a ese punto.
Mi mirada viajó hacia Hua quien comenzó a
discutir con Sebastián, no parecía verdaderamente ofendida, pero tenía una
sensación en el pecho de que algo no andaba bien, dentro de su mismo
sentimiento de falsedad autoproclamada.
—Joder, ustedes dos no pueden estar un
segundo sin pelear —gruñó Takumi acercándose a separar a Hua y Sebastián—.
—Takumi —resopló Koko al solo pronunciar
su nombre—, ¿no deberías estar atormentando a los niños de primero que andan
corriendo en la lluvia?
—Ellos son chicos obedientes, pienso que
es más importante vigilarlos a ustedes —gruñó apuñalando con la mirada a los
gemelos y Sebastián.
—¡Que cruel! —comenzó Jiho fingiendo
sentirse insultado por la acusación.
—No le hagas caso —consoló Hua
palmeándole la espalda, dramática—, sabemos que él es peor que nosotros dos
juntos.
—Eres malvado, molestando al inocente
Jiho —negó con la cabeza Sebastián, indignado.
Al ver la molesta expresión de Takumi y
las cínicas sonrisas de los gemelos solté las carcajadas tan fuertes como las
de Alice y Sebastián. De verdad parecían una familia, una disfuncional y alegre
familia.
—He venido a decirte que Lucy acaba de
llegar de su viaje, fue con Hirume a su habitación y pienso que deben arreglar
algunos asuntos sobre el alojamiento de Rose.
Alice suspiró y Hua inmediatamente miró
sobre las escaleras.
—Así que ya ha terminado con sus asuntos —susurró,
a penas audiblemente para mí la castaña—. Venga, no podemos dejarla esperando,
¿vamos Rose?
Alice reaccionó más rápido que yo,
siguiéndola de inmediato, aunque parecía extrañada. De la misma manera pude ver
de reojo la manera en que Jiho se había mordido el labio inferior sin apartar
la vista de la caja de madera, sumiéndose en sus pensamientos.
Mientras subíamos las escaleras noté que
los pasos de Koko eran más apresurados de lo normal, estaba ansiosa.
—Rose —me llamó débilmente—, Lucy es una
bruja también, lo sabrás cuando en cuanto la veas.
Tenía la intención de preguntarle por qué
me lo decía tan de repente o que le estaba sucediendo, pero me detuve al ver
acercarse a Hirume por el pasillo.
—Hola —nos saludó con una sonrisa
haciendo una leve inclinación, casi involuntaria—, dejé a Lucy en la
habitación, ya está deshaciendo su equipaje y dice que está esperando conocer a
la pequeña prima de Alice —comentó ampliando su sonrisa.
—¿Les has hablado mucho de mí? —pregunté
a mi prima inflando las mejillas.
—No mucho —se apresuró a contestar.
—Dice que eres lo más cercano a una
hermana —repuso Hirume sonriéndonos dulcemente.
Me sonrojé al saber que Alice pensaba en mí
de esa manera, pero al igual que ella, al parecer esperábamos un comentario
mordaz por parte de la gemela Koko, pero ella ya había entrado a la habitación.
Nosotras solo pudimos escuchar la puerta azotarse al cerrar al otro extremo del
pasillo.
Algo dentro de mí se removió incómodo y
mi cuerpo no logró hacer otra cosa que no fuera seguir a Hua a grandes
zancadas. Aunque una vez frente a la puerta mi mano se quedó estática sobre la
perilla.
“Debiste esconderlo mejor si no querías
que yo lo encontrase, aunque supongo que no imaginabas que regresaría hoy”
escuché decir a una melódica y madura voz tras la puerta.
“En realidad no esperaba que fueras a
hurgar en mis cosas para encontrarlo” la voz de Koko sonaba seca en su extraño
tono burlón. “Y no servía de nada esconderlo, no soy tan condescendiente para
subestimar tu inteligencia.”
“Te felicito por ello, tu y ese hermano
tuyo fueron muy astutos para robárselo” soltó una leve risilla de satisfacción
que me heló la piel. “Debió ser muy difícil, así que, ¿cómo está Koko? ¿Tiene
la suerte de seguir vivo?”
Con el ceño fruncido Alice abrió la
puerta pasando de mi mano, entrando a la habitación con una imponente
presencia, a la que pocas veces había visto que tuviese que recurrir.
Hua se giró hacia nosotras y chasqueó con
la lengua fastidiada, a su lado una hermosa mujer rubia nos sonrió entretenida.
Ella era alta, de finas y alargadas facciones, con los enigmáticos ojos negros
tan profundos como cielo el nocturno sin estrellas, vestía un ligero vestido
negro con rojas cruces góticas estampadas en el borde de la falda y como sus
medias de malla. No pude evitar sonrojarme de que me mirase directamente,
porque fue su alma lo que más me sorprendió, un impresionante humo violeta que
se extendía mucho más allá de ella misma, intentando tomar formas.
Así que esa era el alma de una bruja.
¿Entonces por qué no podía ver el alma de Hua?
Entre sus manos sostenía un viejo libro
con la maltratada pasta de cuero negro, supuse que de ese objeto era del que
estaban hablando ella y Hua.
—¿Rose, podrías cerrar la puerta? —me
pidió Koko, caminando hasta recargar la espalda en los barrotes de la litera.
Una vez lo hice ella sonrió con sarcasmo— ¿Es muy tarde para las
presentaciones?
—Son innecesarias, Hua —respondió
fríamente a lo que Koko se rió.
—¿Qué fue lo que le pasó a Jiho? —preguntó
Alice firmemente.
Lucy y Koko se miraron
significativamente, entonces la castaña se le acercó extendiendo la mano para
que le diese el libro, cosa que hizo con una sonrisa altanera. Koko gruñó una
vez más y nos pasó de largo para abrir la puerta, tratando de salir.
—No trates de huir porque todo esto
comenzó a causa tuya. Deberías agradecer que te he dejado el libro y a tu
hermano, así que ahora toma asiento, sé que estarás muy interesada en lo que
estoy por decirles —ordenó Lucy sin perder su sonrisa.
Me incomodaba a un asfixiante nivel la
tensión que ambas mujeres desprendían. Pensé que era porque no lo comprendía,
que Alice podría estar hasta acostumbrada, pero parecía estarlas analizando con
los hombros rígidos y las manos apretadas. Era una expresión que yo admiraba,
ella estaba siendo tan intimidada como yo por la decidida crueldad de Lucy y
Koko pero aún así se estaba esforzando por no dejarse devastar por ellas y
tomar papel para defenderse.
—Tú —me llamó Lucy señalándome con la
mano abierta—, ven aquí.
En ese momento mis piernas no me
respondieron, miré a Koko desde el umbral de la puerta que acababa de cerrar
demasiado concentrada en la pasta del libro y a Alice darme la espalda, delante
de mí. Así que me acerqué a ella pensando que no lastimaría.
—Puedo verlo fácilmente —me dijo sin
tocarme, con los brazos cruzados y las piernas levemente flexionadas en una
elegante postura—, es una verdadera lástima que un alma tan noble como la tuya
tenga los poderes de una bruja. Normalmente las muchachas como tu ni siquiera
comprenden qué representa en verdad la muerte porque no la han visto y tal vez
jamás las afronten hasta la comunión con ella. Pero ahora has sido forzada a
comprender algo en lo que ni siquiera creías y que sé te va a despedazar el
espíritu, ¿acaso no les tienes un poco de rencor a los gemelos? Es por ellos
que estás en este aprieto a final de cuentas.
Me sonreí a mi misma dándome cuenta de
que jamás pasó por mi mente culparlos por mi nueva situación como bruja.
—No puedo odiarlos, esto es lo que soy yo
misma. En realidad, Koko me ha dicho que yo seré quien tome sus propias
decisiones, eso es una libertad para mí, jamás podría odiar a quienes me
otorgaron la libertad.
Alice sonrió calmada con los ojos
cerrados, mientras que Lucy parecía sorprendida por mi respuesta. Del otro lado
de la habitación, junto a la puerta, Hua agachó tanto el rostro que no pude ver
su expresión, aunque por dentro yo misma estaba demasiado satisfecha para
necesitar saberla.
—De verdad eres amable, pero Hua no es
alguien en quien puedas confiar —me dijo Lucy y luego se dirigió a la castaña—.
¿Qué es lo que tienes planeado hacer ahora?
—Enseñarle solo lo necesario para que
pueda defenderse —contestó encogiéndose de hombros y apresurándose a subir la
litera—, ¿tú eres la nieta de la directora? Puedes ayudarnos arreglar su
transferencia a ésta academia, porque a final de cuentas sé que estás tan
interesada en la pequeña Rose como yo —le reveló sonriendo ampliamente.
—Antes, quiero que hagas algo para compensarme
—aclaró secamente Lucy.
—¿Qué es lo que quieres? —contestó
despreocupada desde arriba de la litera.
—Te lo diré a su debido tiempo. Primero,
contesta la pregunta de Alice, explícale por qué Koko llegó tan malherido el
viernes, ya que ella es demasiado inocente para pedirte una explicación que no
quisiste darle por ti misma —indicó calmadamente Lucy sentándose sobre su cama
con las piernas cruzadas.
Alice, que hasta ese momento se mantuvo
al margen se acercó a mí girando dos sillas del escritorio hacia la litera
donde tomó asiento, esperando conciliadoramente a Koko. Ella carraspeó mirando
al techo como si esperase que este desapareciera en cualquier momento, pero
luego dejó colgando los pies sobre su litera con el viejo libro negro entre las
manos.
—Este libro es una especie de guía mágica
para lo que es comúnmente llamado “la noche del Walpurgis”, la fiesta demoniaca
de mañana —nos explicó pausadamente.
—¿La noche de las brujas? Creí que se
celebraba el primero de mayo —preguntó Alice.
—Es fácil olvidar con precisión las
fechas, con el paso de las épocas, el olvido, la imposición de otras culturas y
religiones la noche del Walpurgis fue cambiada. Este libro habla sobre su
verdadero origen e incluso la manera de obtener el fin máximo del castillo
Vermont.
—Poder —supuse al ver extraños símbolos
precisamente dibujados—.
—No es solo poder, es algo más allá de los
límites de nuestra magia —corrigió Lucy señalándose a sí misma—, es un deseo.
El fin máximo del castillo Vermont es el poder de cumplir un deseo inalcanzable
para nosotras.
Alice apretó los puños contra su
estomago.
—Entonces tú enviaste a Jiho a conseguir
ese libro —concluyó con un nudo en la garganta.
Hua no dijo nada, se dedicó a mirar
atentamente la pasta del libro sin ninguna expresión en su rostro.
—Este castillo fue construido por la
mejor bruja de todos los tiempos —comenzó Lucy—, una mujer que sobrepasó a la
misma iglesia en épocas de la inquisición y que estuvo hasta por encima del
rey. Desde su muerte sus líderes siempre han sido mujeres, grandes brujas cuyas
responsabilidades son esperar su renacimiento, castigar a aquellas que rebasen
las prohibiciones establecidas y ser anfitriona fiesta del Walpurgis en este
castillo cada año. El libro que Koko robó esa noche era uno de los diarios más
antiguos que estaban escondidos en las mazmorras, su protección contra ladrones
es la brujería destructiva más pura que pueden imaginar.
Hizo una pausa para observar nuestras
reacciones, Alice parecía ya saber sobre la historia del castillo, más no de la
noche de las brujas, pero se encontraba en un debate interno sobre lo cruel que
había sido Hua al enviar a su hermano por algo tan peligroso y sus razones, lo
sabía con solo ver su rostro. Esta vez pude tranquilizarme al escuchar el tono
pausado en que Lucy nos explicó la historia, aliviada a cuan ajena a mí era,
aunque internamente me debatía los mismos preceptos que Alice.
—Mi abuela ya no es lo suficientemente
fuerte para llevar la responsabilidad de la fiesta de mañana así que yo fui a
asegurarme que las invitaciones fueran correctamente entregadas.
—¿Son previamente escogidas las brujas
que pueden venir al castillo? —preguntó Alice saliendo de su estupor, ahora más
interesada.
—Un libro en las mazmorras que predice el
futuro de este castillo, en él aparece la lista de invitados que asistirán cada
año. Es por eso que estoy aquí aún cuando iba a tomarme hasta la próxima
semana.
El significado de esas palabras fue
rápidamente entendido por Alice y Koko, mi prima dejó escapar un leve jadeo de
sorpresa abriendo los ojos por completo mientras que la castaña se quedó
inmóvil, mirando a Lucy en espera de que se corrigiera diciendo que había dicho
mal.
—Es un gran honor ser invitada a la
fiesta del castillo Vermont con tu corta edad y poca experiencia Hua —le dijo
seriamente Lucy—, las mujeres que han sido invitadas son extremadamente poderosas,
las más grandes en vida.
—Por eso me has dejado el libro, sabes
que será mi único método de ponerme a su nivel —intuyó Koko con una sonrisa
nerviosa.
—Y porque debo dejarles recaer una gran
carga a ti Hua y a Alice —completó y tras mirarlas a ambas carraspeó—. Como tu
acompañante, Hua, no venía el nombre de Koko como yo esperaba, sino que
apareció el nombre de un esbozo de bruja llamado Rose Hill.
—¿Ella apareció en el libro como mi arma?
—preguntó esta vez desencajándose.
—No solo eso, para completar la fiesta
del Walpurgis es necesario el sacrificio del elemento más importante, un
oráculo —entonces los oscuros ojos de Lucy fueron hacia Alice—. Tú eres capaz
de ver el futuro en tus sueños, ese poder es el último requerimiento de quien
quiera hacer realidad su deseo. Tu nombre está en el libro y solo serás
asesinada si alguien completa la jornada.
—Que consuelo —jadeó Alice demasiado
sorprendida para atinar a decir otra cosa.
—No te dejaré llevártela —declaró Koko
interponiéndose entre Alice y Lucy con una rapidez anonadante, incluso antes de
que la rubia pudiera moverse.
—No necesito obligarla —espetó
escuetamente—. Alice, tu puedes decidir ser fungir de oráculo en la fiesta de
mañana por resolución propia o esperar a que el resto de las brujas cometa
medidas desesperadas por ver su deseo realidad y acaben no solo contigo, sino
con los gemelos Koko que tratarán de defenderte.
—¡Eso no importa! ¡Mi hermano y yo somos
los…! —replicó Koko pero fue detenida por Alice qué tomó su brazo
tranquilamente.
—Espera por favor —le rogó con la voz
tranquila—. Lucy, ¿me estás dando la oportunidad de escoger?
—Por supuesto —contestó la rubia
levantándose de la cama para encaminarse hasta la puerta—, tienes hasta mañana
al mediodía.
Alice asintió y Lucy salió de la
habitación. Hubo un momento de pesado silencio entre nosotras tres hasta que
Koko no soportó más la ansiedad y el dolor de estar apretando los puños hasta
que sus uñas lastimaron su propia carne, jadeó furiosa y salió rápidamente de
la habitación tal y como Lucy.
—Alice… —le llamé aún sin tener nada que
decir claramente en mi mente.
Mi prima se apoyó contra el escritorio
revolviéndose los cabellos entre sus dedos, escondiendo su rostro.
—Lo siento Rose, ¿pero podrías dejarme
sola un rato?
Asentí suavemente con la cabeza antes de
abandonar el lugar.
Salí a deambular por el castillo, no iría
a la parte detrás de los jardines porque ese era el lugar en el que Koko
descargaría su rabia. Sé que jamás comprenderé completamente como se sentía en
ese momento, pero imaginaba su situación como un nuevo nivel de frustración,
aunada a la humillación. Porque ella era poderosa, pero no lo suficiente para
proteger a sus personas amadas de su destino
Lo que más me preocupaba era la decisión
que tomaría Alice. Alguien tan noble como ella jamás permitiría que los gemelos
se sacrificaran para salvarla, pero sacrificarse a sí misma era algo
completamente irascible, debíamos buscar una tercera opción aunque las palabras
de Lucy no dejaran otra escapatoria. Y a mis adentros me preguntaba qué
pensaría hacer Lucy, ¿simplemente sacrificar a Alice?
Padeciendo un agobiante dolor de cabeza
fui a asilarme a los comedores, donde permanecí por casi dos horas dando
vueltas sobre el mismo tema, recordándome a momentos que debía estar haciendo
lo que Hua me indicó sobre hablar con su hermano, que yo también tendría que
saber al menos un poco de magia si iba a ser “invitada” a la fiesta demoniaca
de mañana.
Aunque mentiría si dijese que no estaba
preocupada por el consejo de Lucy sobre no confiar en los gemelos.
—¿Rose? —me llamó la suave voz de Jiho,
quien entraba a los comedores con la caja de madera entre las manos— ¿Estás
bien?
—Si —le contesté, aunque tan rápido como
las palabras salieron de mi boca me di cuenta cuan forzadas se escucharon, así
que me opté por no mentirle más.
Sin que le dijese nada me sonrió
amablemente mientras señalaba la caja que sostenía con una mano.
—Tengo que comenzar a preparar el pastel
para la señorita Alice —comentó casualmente mirando al techo—, he descubierto
que cocinar puede ser una excelente distracción.
—Pero no sé cocinar —me excusé apenada al
ver sus intenciones de que le ayudase.
—Yo puedo enseñarte, hacer un pastel es
muy fácil y muy útil aprender —apoyó la caja bajo su brazo izquierdo,
extendiéndome la mano derecha en un galante gesto—, ¿quisieras ayudarme?
No encontré razones para negarme.
Pasé el resto de la tarde escuchando sus
consejos de cocina, entre risas por las torpezas de ambos y narraciones cómicas
de nuestro pasado. Preparamos un maravilloso pastel de chocolate mentolado
argumentando que su hermano mayor le aconsejó era lo más apropiado de combinar
con los caramelos violetas que le envió.
—Además de que la señorita Alice ama el
chocolate —explicó sacándolo de horno y preparándose para voltearlo sobre un
bonito plato blanco con líneas azules de decoración.
—Jiho, ¿por qué le dices señorita a mi
prima? Ella es menor que tú.
—Verás —comenzó a explicarme mientras me
extendía una duna para betún y un cuchillo, indicándome que le ayudara a
extenderlo por el pastel—, creo que ya sabes que mi hermana es mi ama, es un
trato que solo una bruja puede hacer. Mientras que Alice es una oráculo, ella
puede leer el futuro en sus sueños, aunque creo que eso también ya lo sabías.
Estaba tan atenta a su calmado rostro
mientras me explicaba eso que cometí un error con el cuchillo y acabé untando
un poco en su mano.
—¡Ah! Lo siento —me excusé tomando un
pañuelo para limpiar su mano.
—Está bien —dijo sin quitar su mano de
entre las mías y continuó—. Pero para responder tu pregunta, Alice es como
nuestra princesa, ella nos ha traído la felicidad que habíamos olvidado, es por
eso que mi hermana me ordenó protegerla como nuestra princesa. Supongo que es
por eso que le suelo hablar con tanto respeto —finalizó casi riendo.
La indicación de Hua atravesó mi cabeza
en el momento en que él hablaba, así que sin soltar su mano cerré los ojos y me
concentré en sus palabras sintiendo su calidez. Él hablaba de Alice como si de
verdad fuera su princesa, aquello que debía proteger a toda costa y de su
hermana como todo lo que le quedaba de un mundo cruel, a quien también
admiraba.
Y aunque tuviera los ojos cerrados pude
vislumbrar el alma de Jiho, ese calmo resplandor gris que frente a mi comenzó a
tomar forma, yendo un poco más allá de la altura de Jiho, a un misterioso
hombre, la capa gris, las largas orejas puntiagudas y el largo cabello rubio
cenizo. Lo último en tomar forma fue el broche color esmeralda cuya redonda
pupila negra se mecía alrededor del broche tranquilamente.
—¿Has podido ver la forma de mi alma? —me
preguntó de repente, haciéndome abrir los ojos.
—Un… elfo gris —murmuré separando mi mano
de la suya.
Él se volvió a decorar el pastel,
colocando hábilmente los caramelos violetas por encima del betún y a los
alrededores.
—La máxima habilidad de una bruja es la
manipulación del alma, por supuesto, primero tienes que aprender a identificar
su forma. Mi hermana es mi ama porque ella puede manipular este elfo gris a
manera de arma, pero creo haber escuchado que Alice ya te había dicho que ella
es excepcional. Aún así pienso que ella quería enseñarte esto primero. ¡Listo!
Sonrió emocionado al ver el pastel
perfectamente decorado.
—¿Ella me protegerá? —pregunté sin
girarme a verlo.
—No lo sé, puede ser muy cruel —contestó
secamente—. Pero al menos sé qué querrá evitar que sufras lo mismo que ella, te
enseñará.
«Es uno de los pocos lugares donde puedo
sentirme tranquila» Recordé sus palabras de anoche, con su amarga sonrisa y voz
quebrada, sintiendo un pinchazo en mi pecho al no haber pensado bien por cuanto
habría pasado «No te será fácil anteponer tus ideales. La vida de una bruja es
muy dura, cada una de nosotras hace lo que quiere como quiere y vivir apartada
sin tener la fuerza ni la determinación para sobrepasar a las demás brujas te
hará su blanco».
Y también Jiho, al decir que Alice la
había regresado la felicidad, debía dolerle la sola idea de sacrificarla e
incluso si ella se oponía estaba segura de que ambos se antepondrían a la lanza
antes de que esta pudiera incluso tocar a su princesa.
—Tengo que ir a verla —musité con el
corazón a punto de salirse de mi pecho.
Jiho tomó el plato en el que estaba el
pastel y me sonrió.
—Sí, después de todo ya ha anochecido,
muchas gracias por ayudarme.
Corrí hasta las habitaciones por los
pasillos que ya estaban vacíos al ser tan tarde, incluso Hirume y Takumi habían
dejado de deambular por los pasillos.
Intentaba identificar porqué estaba tan
ansiosa de ver a Hua, convencida de que en ningún momento fue lástima por creer
que su pasado estaba lleno de sucesos trágicos, sino que sentía la necesidad de
abrazarla y pedirle que me enseñase como ayudarla a ella, ser la aliada que la
piedra que ataba el alma de su hermano deseaba, volverme un pilar para que no
estuviera sola. Porque había descubierto que el sentimiento detrás de esa
sonrisa falsa esta mañana fue la soledad.
Sin embargo, no esperaba encontrarla de
esa manera al entrar a la habitación.
Lucy dormía plácidamente en la litera de
abajo, mientras que en la cama en la esquina de la habitación yacía mi prima
profundamente dormida, Koko estaba sentada cerca de ella, apretando la mano de
Alice contra su pecho, los ojos cerrados y los labios unidos en un suave beso.
De momento mi mente se quedó paralizada,
un nudo en el estomago me producía un dolor muy profundo hasta ahora
desconocido para mí. Hasta que me pareció extraño que Hua no se moviera aún
cuando me escuchó entrar.
Pasaron los segundos que me parecieron
horas ante la incomodidad de estar ahí y Koko seguía sin moverse. E
inmediatamente recordé que ella parecía saber sobre mis sueños, tal vez este
era su método, me acerqué para apartarla de Alice tomándola del hombro. Pero al
hacerlo mi mente fue inundada por una colección de horrorosas imágenes.
Dentro de su mente estaba el recuerdo de
una hermosa mujer madura muy parecida a los gemelos, de largos cabellos negros
y preciosos ojos esmeraldas, nublados por el vacío de la muerte, su pecho había
sido atravesado y su mano se mantenía sostenida la de otro hombre, que también
inerte a su lado con los ojos cerrados por el rastro del dolor, sus alborotados
cabellos castaños estaban manchados con la sangre de ambos y aún apretaba la
mano, estática contra su estómago perforado como si de papel se tratase. Pensé,
inconscientemente, que ese era un brutal retrato del verdadero amor.
Después vi la imagen de un pequeño niño
castaño, de ojos ciegos que lloraba desconsolado, Jiho tal vez, tomando la
temblorosa mano de Koko mientras le decía cosas en español que no pude
comprender.
—¡Detente! —exclamó ahogada y tuve que
soltarla por el agonizante dolor de un latigazo en la espalda.
Parpadeé varias veces, mareada por el
repentino dolor de cabeza que me inundó y tuve que sujetarme de la cama para no
caerme. Solté un cansado suspiro al sentirme mejo y centré mi visión en Koko.
Ella se había alejado lo más posible,
pegándose a la pared con las piernas juntas, pero derribadas al igual que sus
brazos a los costados de una manera desalentadora, y sus ojos que me
demostraron un insondable dolor mirando hacia el vacío en ningún momento
dejaron escapar una sola lágrima.
Por el contrario yo pude sentir las
grandes gotas de sal bajando apresuradamente por mis mejillas, no era mi dolor,
pero me quemaba en el pecho tanto como a ella. Extendí las manos temblorosas
para estrecharla conmigo.
—No me toques —declaró ronca y su voz
sonó como un lamento.
Debía odiarme, entré dentro de sus peores
recuerdos y profané su alma. Además de que la interrumpí en un momento muy
delicado para ella, lo normal sería que me odiase.
—Lo siento.
Un incómodo silencio inundó la
habitación. Koko se levantó con las piernas temblorosas y fue hacia la puerta.
—¿Has visto la forma del alma de mi
hermano? —preguntó con la frente apoyada en la puerta.
—Un elfo gris —murmuré a punto de volver
a llorar.
—Mañana te enseñaré más sobre el alma —dicho
eso salió por la puerta.
Al ver que tal vez no regresaría, aún con
el malestar del nudo en la boca del estómago, subí hasta su cama, la litera de
arriba y allí lloré hasta quedarme dormida.
**~*~Continuará~*~**
Extra:
Dedicatoria:
La semana pasada cumplió años mi Sebas-chan (Tadashi Karino en facebook, por si lo quieren agregar, es chida ;D) pero la despistada de yo olvidó felicitarlo. ¡Al menos te he dedicado un capitulo! ¡En reemplazo a la semana de atraso!
Y… hum… aquí es donde te digo que en el poco tiempo que te he conocido por la red te has vuelto una persona muy importante para mi, has inspirado a uno de los personajes más carismáticos que pude haber creado, sin ti la familia del Rol no es lo mismo para mi y tal vez nunca me hubiera divertido tanto de no ser por ti. ¡Feliz cumpleaños guarro!
A/N:
La semana pasada cumplió años mi Sebas-chan (Tadashi Karino en facebook, por si lo quieren agregar, es chida ;D) pero la despistada de yo olvidó felicitarlo. ¡Al menos te he dedicado un capitulo! ¡En reemplazo a la semana de atraso!
Y… hum… aquí es donde te digo que en el poco tiempo que te he conocido por la red te has vuelto una persona muy importante para mi, has inspirado a uno de los personajes más carismáticos que pude haber creado, sin ti la familia del Rol no es lo mismo para mi y tal vez nunca me hubiera divertido tanto de no ser por ti. ¡Feliz cumpleaños guarro!
A/N:
Phew, estas semanas se me han pasado
volando, últimamente he andado en demasiadas cosas (para más información,
visiten mi twitter… o tal vez luego les comente), pero de igual manera puse
todo mi empeño en que el capitulo 3 quedase bien, un capitulo bastante largo,
además.
¡Incluso he dibujado una pequeña historieta de una página! Claro, tengo problemas con las alturas de los personajes y en el cuadro seis parece que se me entumió la mano, pero igual espero les dibuje una sonrisa a ustedes lectores.
A propósito, ¿les he contado que tengo una editora? Mi imoto Estela-chan me ha estado ayudando con los capítulos, este fue especialmente extenuante, un especial agradecimiento a ella y a todas las personas con las que se coló este capitulo que me ayudaron mucho u.u.
¡Incluso he dibujado una pequeña historieta de una página! Claro, tengo problemas con las alturas de los personajes y en el cuadro seis parece que se me entumió la mano, pero igual espero les dibuje una sonrisa a ustedes lectores.
A propósito, ¿les he contado que tengo una editora? Mi imoto Estela-chan me ha estado ayudando con los capítulos, este fue especialmente extenuante, un especial agradecimiento a ella y a todas las personas con las que se coló este capitulo que me ayudaron mucho u.u.
Por último, acabo de cambiar la configuración
del blog para que cualquiera pueda comentar, así que adelante ^^ (creo que me
deprime en demasía ver el blog tan solitario).
¡Muchas gracias por sus lecturas! Ahora mismo voy a deprimirme por el final de mi
nuevo trauma, No. 6, en mi día feriado…
¡Y viva México cabrones!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar>//////< gracias por el agradecimiento!!! XD ironias
ResponderEliminar*w* te admiro!! Te secuestrare! y te hare escribir solo para mi y tu leras para mi en las noches antes de dormir
-w- ♥~