Capitulo 1 Los tres sobres
Ciudad Juárez, Chihuahua. A miércoles 1 de
junio del 2011
Saúco:
Me siento como una colegiala indecisa escribiéndote
una carta de despedida, sin embargo sentí la imperiosa necesidad de hacerlo.
Esa espina que no iba a dejar mi cuello y oídos tranquilos hasta que supieras
lo que te quiero decir.
Entré hace seis meses al DIF a hacer mi servicio
por puro compromiso, jamás fue mi intención dar atención escolar a chicos que
perdieron a sus padres, yo quería entrar en la política como parte de mi
servicio escolar. Sé que siempre dejé en claro mi deseo de hacer cambios en este
país, creo que para ti siempre fui un idealista que piensa en el mundo como
algo muy fácil de superar, soy un joven soñador demasiado idiota.
Tampoco me agradaste cuando te vi la primera vez,
eras el encargado directo de los niños que se refugiaban ahí. Pese a que todos
te amaban para mi eras irritante solo a la vista, de ese tipo de personas que
solo al verlas necesito discutir con ellas, conforme te fui conociendo mi
concepto general de ti, debo admitir, no cambió. Amargado, ignorante, distante
de emociones, cuando hablabas era para lanzarme indirectas demasiado crueles
para alguien tan inseguro como yo. Si, en realidad te detesté y rezaba por que
la ruta en la que me dirigía todos los días al DIF se estrellara contra
cualquier reja con tal de no verte.
Creo que nada de eso hubiera cambiado si no fuese
por la dulce Lilia.
Soy muy torpe, no me había dado cuenta de que esa
dulce niña de cabellos negros y los ojos verdes más grandes que he visto era tu
hermana. Las miradas de ambos eran diferentes, ella siempre fue dulce y amable,
mientras que tú parecías muy severo. Fue hasta una mañana de febrero cuando los
vi acurrucados por el frio de la nevada, en una esquina del edificio con una
cobija que me di cuenta de que tus atenciones hacia esa niña no eran normales.
Tras analizarte pude ver que tus ojos, del mismo
tono de verde eran también muy calmos y bondadosos.
Con ella eras diferente, la dulzura que transmitías
siempre me hacía querer abrazarlos a los dos, aunque estoy seguro de que me
pudiste haber sacado a patadas del lugar gritándome “maricón”. O tal vez no,
pareces acostumbrado al acoso de otros hombres. A Lilia no le hubiera
molestado, a ella todos en la estancia la amaban, muchas veces te vi celoso de
que tantos niños se acercaran a abrazarla.
Pero entiendo que la cuides tan obsesivamente, ella
es una joya, pero una muy delicada. Siempre lamentaré haber salido corriendo
con la niña en brazos sin avisarle a nadie en medio de la noche cuando le dio
un ataque de asma y yo estaba haciendo guardia, pero creo que hubiera muerto si
no le daba atención pronto (aunque tu estuviste a punto de morir de los
nervios, lo sé). Después de eso no sé cómo llegamos al punto de confianza en el
cual comenzaste a conversar más conmigo, de verdad llegué a tomarte aprecio de
amigo y estos últimos dos meses te confesaré que me quedé en el DIF para
ayudarlos más que por servicio obligatorio.
Ahí es donde llego al punto central de mi carta
(¿recapitular nuestra amistad? No soy tan melancólico, solo un poco). Ha
llegado el momento en el cual ninguna excusa vale, mis evaluaciones escolares
han terminado y ya he logrado completar los créditos para terminar la
preparatoria. No regresaré más al DIF, seguiré mis estudios para ser sociólogo.
Lo lamento mucho, no volver a ver la sonrisa sin esos dos dientes de leche que
tiene Lilia durante las tardes.
Gracias a ti he aprendido mucho en estos seis
meses, aprendí que las apariencias engañan, que detrás de un amargado grosero
esta un chico muy agradable, que la bondad se puede encontrar en todas las
personas, que hacer cambios en la sociedad requiere detenerse a ayudar a los
más cercanos primero, que la vida es mucho más valiosa que cualquier valor
material. He aprendido muchas cosas contigo y espero haberte hecho cambiar en
algunas otras, algunas chicas del lugar me dijeron que te han visto más
relajado.
¿Por qué te agradezco como una chica en su
graduación? Porque esta es mi confesión gay.
Admito que he estado con hombres y mujeres antes,
no soy un promiscuo de 17 años, pero lo he hecho. Y contigo es diferente, tan
solo compartir tiempo contigo se ha vuelto emocionante, a veces al verte trato
de evaluar tu físico convencido de que eres atractivo y si, hace una semana, la
persona que te manoseó el trasero en las escaleras cuando te ibas si fui yo.
Seguramente te habré tratado de robar un beso al
entregarte esta carta, soy tan dramático, pero no lo podré controlar, soy tan
marica.
No me importa tu respuesta a mis sentimientos, no
quiero saberla.
Me despido, gracias por todo.
Iván.
El chico de cortos cabellos castaños suspiró mirando con franca vergüenza el edifico de la casa hogar, sus ojos también eran de un castaño muy oscuro y vestía un clásico uniforme de pantalón negro y polo blanca. Dio un suspiro, paseo entre sus dedos un sobre cerrado que miró como si lo desconociese y luego volvió la vista al edificio. Giró la cabeza hacia los lados varias veces para cerciorarse de que no había nadie a su alrededor y se maldijo internamente por ser tan inseguro.
Pensó en entrar, buscar a Saúco, partirle la boca de un beso apasionado
y salir corriendo como un dramático mientras la carta caía armónica y
predeciblemente a los pies del mayor.
»Conociendo mi suerte tal vez tropiece con la carta y caiga sobre Lilia
que me vio besarlo y me odiará el resto de su inocente vida, sin contar que en
el suelo Saúco podrá patearme hasta que olvide porque estaba molesto conmigo.
Pensó abatido.
Tal vez llevarlo a un lugar donde los niños no estén, darle la carta,
decirle que fue un placer conocerlo, despedirse de la mano y aprovechar de eso
para acercarlo a él, besarlo con inocencia para finalmente fingirse arrepentido
e irse tranquilamente.
»No soy buen actor, él no va a tragarse eso, me pedirá una explicación.
En su cabeza ocurrió en debate de casi una hora en la cual se estuvo
cociendo con el siempre temperamental sol de la ciudad, su piel comenzaba a
tornarse rojiza y él completamente enajenado seguía mirando la puerta del
edificio.
—¡Iván! —se escuchó una clara vocecilla a lo lejos que lo regresó a la
realidad.
—¿Lilia? —miró hacia los lados pero la niña no estaba.
—¡Aquí arriba Iván! —gritó de nuevo.
—¡Hey! —saludó hacia arriba olvidando por completo lo que había estado
pensando hasta ese momento.
—¿Acabas de regresar de la escuela? ¿Estás bien?
—Si, si, recién vengo —mintió.
—¡No es cierto! ¡Tienes una hora hirviendo allá abajo! ¡Ven aquí!
Quiso poner alguna excusa para no entrar, acababa de darse cuenta de
que el rostro le ardía al igual que los brazos y el solo pensar que Saúco pudo
haberlo visto y estaría esperándolo para burlarse de él justo cuando iba a
hacerle su confesión era demasiado para su dignidad. Pero arriba Nenúfar seguía
mirándolo con sus ojos tan grandes y su sonrisa tan inocente.
»¿Dignidad?
Se preguntó con ironía al entrar al lugar.
En la planta baja saludó a una de las chicas que trabajaba medio tiempo
ahí, Azalea. Era hermosa, alta, muy alta y voluptuosa, fácilmente podría intimidar
a un hombre de 1.80, su rostro era fino, de labios y ojos pronunciados, su
largo cabello negro le daba un aspecto femenino muy conservador.
—¿Qué te pasó Iván? ¿Viniste caminando desde la villa en pleno sol?
—¡No! —trastabilló— ¿Dónde está Saúco?
—Fue por un par de chicos que se fugaron, fue Clavel y su par de
revoltosos.
Oh si, Clavel. Iván recordaba dolorosamente a esa chica con su mirada
retadora y suspicaz, una pirómana con un gran poder de palabra pese a solo ser
una adolescente que siempre tenía a sus dos amigos ayudándola en todo. Como
aquella vez que le prendieron fuego a sus zapatos, a todos les dejó
impresionados la manera en la cual los arrojó a la alfombra y tras darse cuenta
de ello corrió con los zapatos hasta el baño donde los dejó caer por el
excusado. O el bochornoso incidente de la bolsa de papel en llamas que dejó en
baño cuando Saúco y él estaban adentro, amaba enfermizamente recordarlo.
Quien dijo que los niños eran todos dulces e inocentes se equivocó
completamente.
—¿Crees que necesite ayuda?
—Llamará en una hora —contestó mirando su reloj—. Si, una hora, si no
los encuentra y en todo caso llamará si tiene problemas.
—Está bien.
—Es tu último día aquí, ¿no?
Iván sonrió asintiendo con la cabeza, en respuesta ella se levantó y le
revolvió los cortos cabellos castaños.
—Fue muy divertido haber trabajado contigo, eres un chico muy torpe,
pero tienes un gran corazón y seguro lograrás muchas cosas, te deseo mucha
suerte cuando salgas de aquí.
—Muchas gracias —agradeció de corazón, apenado—. Yo, voy a subir,
quiero despedirme de Lilia.
—Adelante, mientras, voy a firmar tus últimos reportes —dijo sacando
unos papeles de un archivero cercano.
Subió las escaleras, en el tercer piso estaban las ventanas rejadas,
sentada junto a ellas, junto a las camas se encontraba Lilia, delgada, pequeña,
pálida pese a su tez morena. Tenía una sonrisa delgada y amplia, sus ojos
verdes eran transparentes, transmitían una tranquilidad infinita.
—Hola Iván —saludó impaciente—, pasaste mucho tiempo allá abajo.
Su voz era clara, pausada pese al tono imperioso y alegre que llevaba,
Iván la miró con melancolía y luego se reclamó a sí mismo.
»Solo fueron 6 meses de tratarla, no es para tanto.
—¿Ya te hicieron la nebulización de hoy Lilia?
—En la noche, estoy esperando a mi hermano.
Si, él sabía bien que solamente Saúco podía tratarla como era
necesario. Las personas en el lugar eran todas muy amables, pero Lilia requería
demasiados cuidados en comparación a otros chicos.
—Bueno, al menos déjame peinarte, tienes el cabello muy enredado.
—¡Es que estaba jugando afuera con otros chicos! Pero Azalea dijo que
estaba haciendo mucho calor, así que vine a esperarte adentro.
Él le sonrió, Azalea hacía todo lo posible por cuidarlos, pese a lo
difícil que era para ella sola. Dejó en el suelo la mochila y miró la carta
enfurruñado, para después guardarla.
—¿Es para Saúco? —preguntó Lilia.
—¿Cómo supiste? —sorprendido la miró.
—No sabía.
—Oh. Soy un idiota —miró hacia otro lado sintiendo lástima de sí mismo,
una niña de 7 años le había ganado.
—¿Me trenzarás el cabello?
—Claro —carraspeó y se arrodilló detrás de ella, tomó un peine de la
mesita junto a la cama y cepilló tranquilamente.
—Tú siempre me haces trenzas muy bonitas, Azalea nos hace coletas a
todas las niñas, pero me gustan las trenzas que haces.
—Aprendí a hacerlas con mi hermana menor.
—Nunca has traído aquí a Liliana. Es como mi tocaya, ¿no?
—Algo así —sonrió mientras partía el largo cabello negro, separándolo
del flequillo disparejo y trenzaba delgados mechones desde arriba—. Hace mucho
que no la veo, cuando mis padres se divorciaron mi madre se llevó a Liliana con
ella. A veces me pregunto si me recordará, si tendrá novio, si obtendrá buenas
calificaciones en la secundaria.
—¿Cómo es ella?
—Se parece mucho a ti, tiene una sonrisa muy inocente. Pero su cabello
era corto, era una borreguita castaña.
—¡Igual que tu Iván! —se río de manera alta y transparente.
—Yo no tengo el cabello rizado —reprochó inflando los cachetes.
—Saúco tiene el cabello rizado, pero le gusta traerlo levantado, por
eso se lo plancha. Es muy vanidoso.
—Me he dado cuenta —comentó con ironía.
—Saúco me ha estado cuidando mucho, incluso cuando no tiene la
responsabilidad de hacerlo. Nuestra madre me tuvo cuando él tenía 11 años. Ella
era una mujer muy conflictiva y nos dejó en la calle. Él pudo haberse ido del
DIF al cumplir los 18, pero prefirió seguirme cuidando, es muy bondadoso.
—Al principio tu hermano me parecía muy gruñón, tiene una mirada muy
dura. Francamente pensaba que me terminaría sacando de este trabajo por
discusiones tarde o temprano.
—No le gusta demostrar sus emociones a los demás, pero estoy segura de
que él te quiere mucho. Te lo encargo Iván. Cuida mucho a mi hermano.
El castaño ató con un listón rosa la trenza y la dejó caer sobre el
hombro derecho de la niña. Y analizó las palabras de esta, sonó madura,
demasiado madura. No era una broma de niños ni una insinuación a sus
sentimientos, a sus oídos inexpertos y torpes le pareció una despedida. Quiso
decirle que ya se estaba despidiendo, que su servicio escolar había terminado y
ahora ingresaría a la universidad, pero no pudo, un nudo se le hizo en la boca
del estomago.
Ciertamente, Lilia parecía estar más melancólica que de costumbre,
¿estaría sucediendo algo extraño con ella?
El sonido de un piano y susurros llamó la atención de ambos. Era el
celular de Iván que estaba sonando.
—¿Hola? —contestó.
—¿Te presentaste hoy al trabajo? —Iván torció la boca al escuchar esa
frase, alguien tan seco solamente podría ser Saúco.
—Si.
—Necesito ayuda.
—¿Con los chicos que se escaparon?
—Si… trae a Lilia también, por favor.
Colgó de inmediato e Iván miró extrañado su móvil. Lilia no parecía
alterada en lo absoluto, solamente mecía sus pies a los lados.
—¿Saúco me necesita?
—Si, esa tabla de Saúco solo llamó para decirme que te llevara conmigo,
no dijo nada más.
—A mi hermano le gustas mucho, por eso es así contigo —dijo Lilia
tomando su mano.
En sus adentros Iván soltó una carcajada irónica, comenzaba a sentir
esa presión en el pecho y esa ansiedad que el reconocía como el temor al
rechazo. Se encaminó con la niña a la salida del cuarto no sin antes dar una
mirada abatida a la mochila que contenía la carta.
Se sentía menos preparado que cuando llegó al lugar, pese a su
despedida en la carta, no quería ver por última vez a Saúco, no quería
despedirse, no quería que su recuerdo le diera asco en un futuro y por sobre
todo no quería ver la manera en la cual su boca se torcía al leer la carta
porque en el fondo, muy en el fondo tenía esa esperanza de que las sencillas
palabras de Lilia fueran ciertas, de que le gustara aunque fuera un poco.
Salieron del lugar sin mucho inconveniente, Azalea lo entendió
rápidamente y le lanzó una significativa mirada a Iván para que cuidara mucho
de Lilia.
—Espera —dijo Iván en la parada del autobús—. Saúco no me dijo donde
estaba, solo me dijo que te llevara conmigo, a donde tengo que llevarte.
—Tenemos que darle una mala noticia a unos chicos, vamos al hospital.
—¿Cómo?
Entonces su mente trató de enfriarse un momento entre tanto drama
romántico que tenía en la cabeza. Haciendo llegar a él los recuerdos de la
historia de Clavel.
Clavel era una terrible niña de 13 años con un serio problema con el
fuego. Su madre era una alcohólica y posiblemente drogadicta que solía dejarla
a ella y a su hermano menor de 8 años solos durante las noches. Para mantenerse
calientes durante el invierno encendían una fogata dentro de su casa de láminas
y dormían cerca de ella cuidándola en lapsos de horas. No estaba completamente
enterado de la historia, solo sabía que una noche de invierno la casa ardió en
llamas y como consecuencia el menor quedó internado en coma mientras que su madre
estaba desaparecida. Pese a todo Clavel nunca dio muestras de querer escapar,
parecía cómoda llevando el control entre los chicos de su edad como la
abusadora enfurecida que era. Le era particular que se hubiera fugado hoy.
—¿Entonces fue Clavel? ¿Se llevó a Crespón y Anémona con ella?
—preguntó Iván a Lilia una vez estuvieron en el transporte público.
—Si.
Iván trato de reprimir una carcajada, esos tres parecían sacados de un
mal vídeo musical de barrio, todos unos malandros mal ubicados con una ruidosa,
piromaníaca y alborotada líder.
Llegaron en menos de media hora al hospital, Lilia sabía exactamente en
cuan habitación estaba el hermano de Clavel, al llegar ahí encontraron a la
chica acostada en la camilla escuchando el pecho de su hermano. Ella era morena
con el cabello de un rubio apagado, largo a la cintura y encrespado, su rostro,
al igual que ella, afilado y sus mejillas estaban llamativamente rojas.
—Lilia —susurró con su voz ronca sin moverse de la camilla.
—¿Cómo está Erick? —preguntó la morena.
—Todavía puedo escuchar latir a su corazón.
Lilia sonrió amablemente y se acercó a tocar la mano del chico, como
respuesta Clavel la tomó con suavidad y la acercó a su pecho.
—Erick está caliente.
—Yo también… yo también estoy caliente y mi corazón también late.
Todavía estoy viva y él también —Clavel comenzó a sollozar apoyando la frente
en la de su hermano—, ¿cómo pueden desconectarlo si sigue vivo? El necesita el
oxígeno pero sigue vivo, si se lo quitan el ya… ya no…
Su voz se quebró y abrazó fuertemente el inmovible cuerpo.
—¡Erick sigue vivo!
—Tranquila Clavel —llamó Iván sintiéndose en un campo minado—, ¿puedes
contarme que sucedió?
—¡Mi nombre no es Clavel! —gritó temblorosa— Soy Araceli.
Iván pasó saliva, sabía que a los niños que llegaban a ese lugar se les
daba un nuevo nombre, nombres de flores para proteger sus identidades. Dado a
la violenta naturaleza de los accidentes que los dejaron huérfanos. En el
orfanato veía de todo, chicos cuyos padres fueron asesinados frente a sus ojos,
secuestros, nacimientos en lugares ruines. Eran todas historias tristes en ese
lugar pero con niños llenos de esperanzas.
—Mi madre también se llama Araceli —comenzó a platicarles más
tranquila, acariciando el rostro de su hermano—, cuando nació Erick yo tenía 5
años, cuando ella me lo mostró no podía entender como una cosa tan pequeña
crecería para ser un adulto. Mi madre me miró y me dijo que nuestro nombre
significa altar del cielo, que Dios me había enviado para rezar por Erick y él
me tomó el dedo índice con una sonrisita de puchero y los ojos medio abiertos.
Era tan pequeño y tan indefenso.
Hizo una pausa en la cual sorbió con la nariz la mucosidad que se
produjo por el llanto.
—Sigue siendo tan pequeño.
Iván miró detenidamente a Erick, al igual que Araceli tenía el cabello
de un rubio quemado, sus mejilla izquierda estaba irremediablemente roja al
igual, su rostro parecía demacrado o al menos la mitad, lo demás estaba vendado
al igual que todo su cuerpo.
Ambos le recordaron a su borreguita Liliana, a su pequeña hermana que
debía tener la edad de Araceli.
—Yo me encargaré de que puedas venir a ver a tu hermano cuando quieras,
pero dinos donde están Crespón y Anémona, Saúco los está buscando —pidió Iván
poniendo una mano sobre el hombro de la rubia.
—Ambos están buscando a esa mujer, están buscando a mi madre.
Lilia tomó apretó la mano de Araceli contra su pecho, sonriéndole
tristemente pero con la luz de sus claros ojos verdes encendida de esperanzas.
—Mi madre está metida en muchos problemas, ella le debía mucho dinero a
los puchadores de droga.
El castaño sintió que su estomago se encogía al escucharla hablar así,
las chicas de 13 años no debían conocer el significado de puchador de droga.
—Lo último que dejó mi padre antes de morir fue una gargantilla de oro
que tiene mi nombre y el de mi hermano grabados, eso es lo más valioso que
tengo. Durante las noches Erick y yo nos quedábamos solos en casa, dormíamos en
la sala con una fogata en invierno. En una ocasión la escuché entrar durante la
madrugada, ella creyó que yo estaba dormida y tomó mi gargantilla de oro, pero
yo alcancé a quitársela. Estaba tan desesperada por robármela que me abofeteó,
me golpeó y salió huyendo del lugar yo corrí detrás de ella durante horas pero
jamás la alcancé.
La voz de Araceli era como un alargado gruñido, ella hablaba
naturalmente ronca pero sus palabras estaban atascadas en su garganta. Suspiró
antes de continuar con su relato.
—Cuando regresé a casa esta se estaba incendiando, podía escuchar los
gritos de Erick adentro. Eso pasó porque era mi turno de revisar el fuego y
estuve siguiendo a esa ladrona. Traté de pedir ayuda de los vecinos pero nadie
atendió nunca, tuve que entrar yo a la casa por Erick pero era demasiado tarde,
lo había golpeado una madera incendiándose sobre la cabeza.
Ella recogió su enmarañada cabellera rubia, su parte inferior derecha
de la cabeza, nuca al igual que el hombro de ese costado estaban marcados por
una terrible cicatriz de quemadura.
—Crespón y Anémona están buscando a mi madre para quitarle mi
gargantilla o el dinero que ganó de ella. Se lo van a quitar todo equivalente
si es necesario. Con ese dinero conseguiré suficiente para un cuarto para los
tres y trabajaremos, daremos dinero para que no desconecten a Erick porque los
doctores dicen que no reciben nada por cuidarlo. Nosotros les daremos dinero,
lo que sea para que Erick despierte pronto. Crespón pronto cumplirá 18 años, el
podrá ayudarnos a Anémona y a mí.
Iván se sintió perdido, no sabía cómo consolar a Araceli ni cómo
hacerla cambiar de opinión. Observó a Lilia que le ofreció un reconfortante
abrazo a la rubia en su pecho y esta solamente sufría leves espasmos por el
llanto.
—Que sea una competencia —determinó Iván acercándose a la ventana.
Ambas chicas lo miraron interesadas, Lilia sonrió.
—Si Saúco encuentra a Crespón y Anémona entonces tendrás que regresar
con nosotros a la casa hogar, podrás venir a ver a Erick cuando quieras y
haremos méritos para que le aumenten la esperanza de vida. En cambio, si Saúco
no los encuentra hasta las nueve de la noche que haya oscurecido te dejaré
quedarte aquí. Incluso te ayudaré a escapar.
—Me parece bien —la mirada de Araceli se tornó severa.
Pasaron las horas y por enésima vez en el día Iván miró su celular
esperando por lo menos un mensaje de texto de Saúco. Eran las ocho de la noche
y el Sol ya se estaba poniendo, suspiró regresando su mirada hacia la calle
desde la ventana. Estaban en el cuarto piso, el último de las habitaciones.
—Lamento haberte molestado tanto durante tu trabajo en la casa hogar
Iván, sobre todo lamento haber quemado una bolsa de papel en el baño cuando
estaban tú y Saúco adentro —se disculpó Araceli sonrojada.
—Está bien, te comprendo un poco a ti y tu pareja de bandidos —contestó
con una sonrisa, recordando que durante ese accidente se abrazó
involuntariamente al moreno y este lo trató de marica toda la semana.
Que pesadilla, ya lo había olvidado por completo ese tema.
—Tú eres como Saúco, Araceli —comentó Lilia mirando a Erick.
—¿Cómo? —preguntaron desubicados Araceli e Iván.
—Cuando recién llegamos a la casa hogar Saúco era un completo vándalo.
Él y quien ahora es nuestra cuidadora, Azalea eran el temor de los cuidadores
hace algunos años, recuerdo que colaron una manta con un mensaje amenazando de
muerte a los cuidadores y estuvimos todos en pánico durante un mes hasta que se
descubrió la verdad y fueron obligados a hacer servicios sociales. Ambos eran
unos diablos.
Iván y Araceli se miraron el uno al otro, desconcertados y luego a
Lilia. Azalea, la joven y hermosa líder les parecía imposible verla haciendo
narco mantas solo por diversión.
—En cuanto Azalea te vio pensó en ti como un clavel, un “clavel entre
naranja y rojizo muy tembloroso” fue lo que dijo. Ella le dijo a Saúco que eran
muy parecidos el uno del otro y es verdad. Ambos son muy buenos hermanos.
—Ese tipejo también te ha cuidado mucho.
—Mis padres, ambos eran doctores, es por eso que ambos me cuidaron muy
bien pese a que nací enferma de los pulmones. En una ocasión llegó un hombre
mutilado de urgencias al hospital mientras a mi me hacían un chequeo, ese
hombre tenía un mensaje que decía que lo dejaran morir como el perro que era,
pero mis padres no pudieron permitirlo, trataron de salvarle la vida al hombre
así que unas personas en una camioneta blindada pasaron al hospital y los
asesinaron a todos.
Lilia contó su relato brevemente con las palabras pausadas, no le era
muy difícil hablar de ello pero el dolor que le provocaba el recuerdo se
transmitía fácilmente a sus dos escuchas.
—Mi hermano me ha estado cuidando desde entonces, renunció a su
libertad después de los 18 años solo para permanecer a mi lado. Tú te pareces
mucho a él, ambos tienen fuego en los ojos.
—Lilia —sonrió Araceli conmovida.
“Fuego en los ojos”, el recuerdo de la fiera mirada de Saúco provocó en
Iván el imparable deseo de verlo, de decirle que con él no tenía que poner una
barrera de hierro, que lo escucharía llorar y reír cuando fuera necesario.
Quiso abrazarlo, apretarlo contra su pecho…
Se abofeteó mentalmente, ¿en qué estaba pensando?
—¡Clavel!
Un agudo gritó despertó de sus fantasías a Iván, que miró rápidamente a
la ventana dónde provino y Araceli se acercó de inmediato, en la calle una
chica de cortos cabellos negros, flequillo disparejo, rostro regordete y una
calurosa sudadera negra gritaba con su voz chillona.
—¡Clavel! ¡La encontramos!
La rubia hizo amago de salir de la habitación pero entonces sonó un
chillido y una voz masculina demasiado alta.
—¡Iván! —era Saúco, el chico moreno de aspecto rudo y ojos verdes que
corría detrás de la morena— ¡No dejes que Clavel escape!
Muy tarde, la rubia había salido corriendo del lugar pero no solo ella,
Lilia también y eso fue lo que alarmó a Iván. El hecho de pensar que la niña,
con sus problemas de asma, podría exponerse a un esfuerzo innecesario por toda
esa locura.
—¡Lilia! —la llamó pero ambas niñas eran mucho más rápidas que él.
Empujó a un doctor y le gritó a un par de inocentes enfermeras que
estaban por los pasillos del hospital, le mal habló a un testigo de Jehová que
trató de interponerse en su camino.
Se internó por las ya oscuras calles de la ciudad y las cosas se
volvieron confusas. No veía las delgadas siluetas de Lilia ni Clavel. En algún
momento de dar vueltas sin sentido observó la ancha espalda de Saúco internarse
en uno de los peores barrios de la ciudad y le siguió asfixiado por el
ambiente.
Escuchó a Saúco gritar el nombre de su hermana, a Clavel maldecir y una
ligera explosión, pronto todo delante de él se había envuelto en llamas.
—¡Madre!
**~*~Continuará~*~**
Iván
Iván
Lilia
Araceli (Clavel)
A/N:¡Nihao!Este proyecto, las tres cartas del egoísta tardó más de un mes para salir y fue un verdadero dolor de cabeza, primero perdí la memoria en que tenía el texto terminado (no vuelvo a recoger mi habitación), después me arrepentí del primer final que escribí y edité diferentes finales, luego, cuando ya estaba muy, pero muy inspirada mi novia vino y me puso nerviosa (phew, realmente la amo, pero para más de nueve meses juntas ya no debería ponerme nerviosa >///<). Pero al final lo logré :DComo sea, escribiré alternadamente este proyecto junto a “Oh Yeah Lollipop”… aunque creo que nadie le ha puesto mucho interés XD¿Y qué les pareció la trama homosexual? ¿De orfandad? ¿De piromanía? ¿De no-sé-qué-rayos-escribí-al-final?¡Finalmente quiero agradecerle a Edgar Arenas (@EdgarArenasL, síganlo en Twitter) por el excelente arte y diseño de personajes que hizo para mí! Pudo entender a la perfección las especificaciones de mis personajes y estoy muy feliz con el resultado <3Y a mi editora “Bianquita” (@zthla_nk21 a ella también síganla :D) como siempre aguantando mis caprichos XD.Bueno, espero que les guste mucho mi pequeño monstruo de seis capítulos, ¡estén pendientes al próximo ;D!
No koko!!!! por que!
ResponderEliminarquiero seguir leyendo xD
vamos vamos quiero la segunda parte!
(en serio que buena va la novela... me tienes pagado a la pantalla con diversas emociones que nunca había sacado al mismo tiempo x3)
¡Woha!
EliminarMuchas gracias por el comentario Edgar >w<
Espera por sobre todas las personas que a ti te gustara mi texto porque tu estás haciendo el arte.
Aunque te rías de los nombres de los personajes XD