Capitulo 1 Los tres sobres
Ciudad Juárez, Chihuahua. A miércoles 1 de
junio del 2011
Saúco:
Me siento como una colegiala indecisa escribiéndote
una carta de despedida, sin embargo sentí la imperiosa necesidad de hacerlo.
Esa espina que no iba a dejar mi cuello y oídos tranquilos hasta que supieras
lo que te quiero decir.
Entré hace seis meses al DIF a hacer mi servicio
por puro compromiso, jamás fue mi intención dar atención escolar a chicos que
perdieron a sus padres, yo quería entrar en la política como parte de mi
servicio escolar. Sé que siempre dejé en claro mi deseo de hacer cambios en este
país, creo que para ti siempre fui un idealista que piensa en el mundo como
algo muy fácil de superar, soy un joven soñador demasiado idiota.
Tampoco me agradaste cuando te vi la primera vez,
eras el encargado directo de los niños que se refugiaban ahí. Pese a que todos
te amaban para mi eras irritante solo a la vista, de ese tipo de personas que
solo al verlas necesito discutir con ellas, conforme te fui conociendo mi
concepto general de ti, debo admitir, no cambió. Amargado, ignorante, distante
de emociones, cuando hablabas era para lanzarme indirectas demasiado crueles
para alguien tan inseguro como yo. Si, en realidad te detesté y rezaba por que
la ruta en la que me dirigía todos los días al DIF se estrellara contra
cualquier reja con tal de no verte.
Creo que nada de eso hubiera cambiado si no fuese
por la dulce Lilia.
Soy muy torpe, no me había dado cuenta de que esa
dulce niña de cabellos negros y los ojos verdes más grandes que he visto era tu
hermana. Las miradas de ambos eran diferentes, ella siempre fue dulce y amable,
mientras que tú parecías muy severo. Fue hasta una mañana de febrero cuando los
vi acurrucados por el frio de la nevada, en una esquina del edificio con una
cobija que me di cuenta de que tus atenciones hacia esa niña no eran normales.
Tras analizarte pude ver que tus ojos, del mismo
tono de verde eran también muy calmos y bondadosos.
Con ella eras diferente, la dulzura que transmitías
siempre me hacía querer abrazarlos a los dos, aunque estoy seguro de que me
pudiste haber sacado a patadas del lugar gritándome “maricón”. O tal vez no,
pareces acostumbrado al acoso de otros hombres. A Lilia no le hubiera
molestado, a ella todos en la estancia la amaban, muchas veces te vi celoso de
que tantos niños se acercaran a abrazarla.
Pero entiendo que la cuides tan obsesivamente, ella
es una joya, pero una muy delicada. Siempre lamentaré haber salido corriendo
con la niña en brazos sin avisarle a nadie en medio de la noche cuando le dio
un ataque de asma y yo estaba haciendo guardia, pero creo que hubiera muerto si
no le daba atención pronto (aunque tu estuviste a punto de morir de los
nervios, lo sé). Después de eso no sé cómo llegamos al punto de confianza en el
cual comenzaste a conversar más conmigo, de verdad llegué a tomarte aprecio de
amigo y estos últimos dos meses te confesaré que me quedé en el DIF para
ayudarlos más que por servicio obligatorio.
Ahí es donde llego al punto central de mi carta
(¿recapitular nuestra amistad? No soy tan melancólico, solo un poco). Ha
llegado el momento en el cual ninguna excusa vale, mis evaluaciones escolares
han terminado y ya he logrado completar los créditos para terminar la
preparatoria. No regresaré más al DIF, seguiré mis estudios para ser sociólogo.
Lo lamento mucho, no volver a ver la sonrisa sin esos dos dientes de leche que
tiene Lilia durante las tardes.
Gracias a ti he aprendido mucho en estos seis
meses, aprendí que las apariencias engañan, que detrás de un amargado grosero
esta un chico muy agradable, que la bondad se puede encontrar en todas las
personas, que hacer cambios en la sociedad requiere detenerse a ayudar a los
más cercanos primero, que la vida es mucho más valiosa que cualquier valor
material. He aprendido muchas cosas contigo y espero haberte hecho cambiar en
algunas otras, algunas chicas del lugar me dijeron que te han visto más
relajado.
¿Por qué te agradezco como una chica en su
graduación? Porque esta es mi confesión gay.
Admito que he estado con hombres y mujeres antes,
no soy un promiscuo de 17 años, pero lo he hecho. Y contigo es diferente, tan
solo compartir tiempo contigo se ha vuelto emocionante, a veces al verte trato
de evaluar tu físico convencido de que eres atractivo y si, hace una semana, la
persona que te manoseó el trasero en las escaleras cuando te ibas si fui yo.
Seguramente te habré tratado de robar un beso al
entregarte esta carta, soy tan dramático, pero no lo podré controlar, soy tan
marica.
No me importa tu respuesta a mis sentimientos, no
quiero saberla.
Me despido, gracias por todo.
Iván.