Por: Zelda
(Seudónimo de turno de Koko S. Vieyra)
Los labios temblaron, las voces se quebraron
el mundo se encontró a sí mismo enorme,
mis manos se perdieron entre sus propios dedos,
temerosas de lo que el corazón deseaba,
ahogadas en infantiles sueños lejanos.
Mi alma hecha una niña que susurraba con
emoción “te amo”
con las mejillas sonrosadas, danzando casi
fuera de mi
balbuceando a mi corazón halagos hermosos
sobre un colorido y avaricioso futuro
fantasioso
sobre las maravillosas bellezas de aquella
mujer.
Se confunde, gira sus rosados mechones de
cabello,
buscando verdades demasiado frías para ella
porque solo conoce el calor, la belleza y la
luz,
no sabe de razones solo balbucea ingenuamente,
expectante a conocer las pasiones más
encantadoras.